Desde la época de la Conquista y a través de su historia, Bogotá ha sido una ciudad que se ha desarrollado con asentamientos humanos diversos y heterogéneos, resultado de las múltiples mezclas de razas y las constantes migraciones de todas las regiones del país.
Debido a estos fenómenos y a las desigualdades económicas y sociales la ciudad ha realizado un desarrollo “inverso al tradicional”, según lo han calificado varios investigadores. Desde su fundación el 6 de agosto de 1538, su crecimiento se realizó disperso. Durante siglos la propiedad de la tierra en la capital estuvo concentrada en muy pocas manos, Poco a poco, con la desaparición de los indígenas, el crecimiento de la población mestiza y las constantes migraciones, iniciadas por la violencia en el campo: la Guerra de los Mil Días, la Masacre de las Bananeras y la lucha partidista de los años 40’s, se generó el crecimiento desordenado la ciudad.
Para los años cincuenta la migración masiva de campesinos a la ciudad, desplazados por la violencia en los campos, generó los cinturones de miseria que se fueron asentando en las vertientes de los ríos, quebradas y sus humedales y para la época prácticamente todas las invasiones, vivían física en el agua.
Fue en 1958 que la urbanizadora Ospina y Cia., inició la venta de lotes del sector denominado La Laguna, que se enmarcaba entre la Escuela General Santander y la carrera 51. El nuevo barrio se encontraba ubicado en la parte alta de los humedales y lagunas del río Tunjuelito. Para esa época en las zonas aledañas al nuevo barrio, no inundables, se cultivaba trigo y cebada.
El nuevo asentamiento, representaba un proyecto habitacional experimental, en el que se vendían los lotes a créditos de dos años y el propietario realizaba la constucción de su vivienda. A diferencia de muchos de sus vecinos La Laguna, se inició como un barrio legalizado.
Los lotes eran de 8 de frente por 20 de fondo, todos eran iguales y a ellos tuvieron acceso básicamente, empleados ya que para que les fuera aprobado el crédito se requería demostrar ingresos fijos. Sin luz y sin agua se inició esta asentamiento humano.
Muy pronto se construyeron las primeras viviendas y sus habitantes tomaban el agua de la Pila ubicada en el Barrio Fátima o de la llave que se encontraba al frente de la Escuela General Santander.
Los lotes eran de 8 de frente por 20 de fondo, todos eran iguales y a ellos tuvieron acceso básicamente, empleados ya que para que les fuera aprobado el crédito se requería demostrar ingresos fijos. Sin luz y sin agua se inició esta asentamiento humano.
Como se trataba de una urbanización que nació legalizada, el urbanista Ospinas y Cia., dejó instaladas las redes, por ello acceder a los servicios domiciliarios fue muy fácil: acudir a la oficina correspondiente y solicitar la acometida. Gracias a esta condición, nunca se presentaron rede piratas. El primer servicio que recibieron fue el agua, que llego muy rápido y paulatinamente todas las viviendas contaron con este servicio. El servicio de luz lo recibieron simultáneamente todas las viviendas.
Los primeros en habitar el barrio muy pronto se reunieron para definir el nombre y tras estudiar varias alternativas, deciden colocarle el nombre de Venecia, este por encontrarse tan cerca del río Tunjuelito y sus humedales y también para recordar a sus vecinos que hace algunos meses se habían inundado y un periódico había Titulado como en Venecia’. Su decisión es comunicada al Vaticano, en carta que explica que el nombre ha sido dado en honor al papa Juán XXIII, que fuera vicario de la ciudad Veneciana.
Las industrias vecinas representaron fuente de progreso, ya que la presión que ejercieron los industriales del sector, permitió muy pronto la ampliación de la autopista Sur, El transporte público cubrió rápidamente rutas al barrio gracias a que contaba con una malla vial, que si bien no estaba pavimentada comunicaba con el centro de la ciudad.
Su ubicación como tránsito del sur al centro de la ciudad, su conexión con el suroriente y los empleados de las industrias, en ese entonces muy retiradas de la ciudad, pronto lo convirtieron en un sector comercial.
Según los analistas urbanísticos, el rápido desarrollo del barrio Venecia, dependió no sólo de haber nacido como barrio legalizado, también fue su ubicación con equipamiento institucional como la Escuela General Santander y por otro lado, muchas industrias que lo colindaban.
En sólo diez años el Barrio Venecia se consolida y cuenta con equipamiento urbano: la sede de Acción Comunal, el Centro de Salud, El colegio Cooperativo y la parroquia Santa Cecilia.. Todos ellos construidos en lotes donamos por el urbanizador y dos más donados por la Lotería de Bogotá, donde funciona el Centro de Salud..
Es en 1968 que se anuncia que el barrio Venecia ha sido escogido por el Papa Pablo VI, para oficiar una misa en la parroquia de Santa Lucía, por ser éste un barrio popular y contar con vías de fácil acceso como la avenida 68 que comunica con el Templete y la Autopista Sur. La visita de su Santidad, era la primera que se realizaba por un jerarca de la iglesia a un país Latinoamericano.
Cuando conocen la noticias, los vecinos se organizan y embellecen sus casa, además solicitan al Gobierno Distrital la pavimentación de sus calles. Es así como previa a la visita del Santo Padre, sus vías principales son pavimentadas y se adjudican 120 líneas telefónicas. Finalmente el 24 de agosto de 1968, el Papa Pablo VI, Oficia misa a las 8 de la mañana y el Barrio Venecia es conocido a nivel nacional e internacional.
Como en sus inicios Venecia siempre ha sido emporio de desarrollo, hoy en día reconocido por su tradición comercial, en la que encontramos desde un tornillo hasta sofisticados aparatos de comunicación, con reforma urbanística gracias a la Troncal de Transmilenio NQS. Lo que inició como un experimento de laboratorio urbanístico, ha demostrado con el tiempo que cuando se inician urbanizaciones, conforme a una legalidad y a una previa planificación, logra desarrollos urbanos que permiten a sus habitantes crecer día a día. El Barrio Venecia es ejemplo de esta premisa.